09 Aug

22- Los lectores en las fábricas de puros

04:36

(tono de guitarra) Bienvenidos a Ritual del Humo, un espacio donde exploramos historias que se tejen entre humo y la cultura cubana. Hoy hablaremos sobre los lectores en las fábricas de tabaco de Cuba, quienes, leyendo en voz alta mientras los torcedores hacían puros, no solo los entretenían, sino que también les daban cultura y sentido de comunidad. Esta tradición se remonta a 1865, cuando en la fábrica El Fígaro de La Habana surgió el primer lector que comenzó a leer a los trabajadores mientras torcían, porque sus oídos estaban desocupados y necesitaban estímulo intelectual. En otras versiones se menciona que en 1866, en una fábrica de Guanabacoa, propiedad de Severiano Aquino, también se inició esta práctica. Con el tiempo, esta costumbre se consolidó en muchas fábricas, incluyendo las icónicas marcas como Montecristo, Romeo y Julieta, Partagas y Cohiba. Los lectores eran elegidos democráticamente por los torcedores, quienes aportaban una parte de su salario o hacían una colecta para pagar el salario de estos lectores. Durante la lectura, si el público estaba satisfecho, golpeaban sus chavetas o las cuchillas con las que cortaban el tabaco contra la mesa como señal de aprobación. Si estaban descontentos, dejaban caer estas chavetas al suelo. Los trabajadores escuchaban novelas, noticias, el horóscopo, recetas y literatura clásica. Obras como El Conde de Montecristo y Romeo y Julieta eran muy solicitadas y se dice que inspiraron los nombres de las vitolas o modelos de puros Montecristo y Romeo y Julieta. Además de entretener, los lectores actuaban como educadores, transmitían historia, política, eventos actuales e incluso respondían preguntas cotidianas de los trabajadores. Hoy día, en alrededor de cincuenta fábricas de tabaco en Cuba, la tradición continúa vigente. Lectores como Felicia Alejandra Torres Rodríguez en la fábrica Partagas o como Odalis Lara Reyes en la Corona, cumplen un rol profundamente cultural: re-- leer poesías, literatura, noticias e incluso siguen las consultas de la comunidad. Como dice Felicia Torres: «Cuando uno abre una caja de habanos, escuchas nuestras voces». Esta práctica ha sido reconocida como parte del patrimonio cultural intangible de Cuba. Un episodio entrañable ocurrió durante la selección de una nueva lectora en Partagas, Felicia. Felicia partió en el proceso de selección junto con otras candidatas, pero al terminar cada capítulo de su narrativa, ella hacía trampa reproduciendo canciones de Polo Montañez, lo que conquistó a los torcedores, quienes votaron por ella con el sonido de sus chavetas y así ganó ese puesto. Así termina nuestro viaje por esta tradición única: lectores que con su voz han sembrado cultura en medio del silencio de las galerías de torcido. Una prueba de que en Cuba, entre el humo y la historia, la lectura sigue encendida. Gracias por acompañarnos en Ritual del Humo. Hasta la próxima con más historias que respiran la historia misma.

© 2025 Miguel Esquivel Klein